viernes, 11 de febrero de 2011

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Buscando escapar de la locura de la ciudad; de esa locura que aunque te resistas te envuelve y te arrastra a ser parte de esa vorágine; es que llegué hasta aquí...
Ahora, al mirar desde mi jardín, ya no me encuentro con paredes o edificios bloqueando mi visión, tapándome el cielo. Ya no veo los grises del concreto ni respiro el aire espeso y asfixiante, contaminado por el humo de los caños de escape.
Ahora respiro el aroma de los pinos y de las flores de azahar. El perfume del jazmín trepador se cuela en mis fosas nasales mientras que el amplio cielo, más inmenso y más cerca de mí de lo que estuvo nunca, se despliega ante mis ojos fascinados; perdiéndose detrás de los cerros irregulares y majestuosos, esos que en invierno se tiñen de rojos y anaranjados, compitiendo con el más bello de los crepúsculos.

4 comentarios:

  1. A diferencia de todos los que he leído hasta ahora, no has intentado una imagen directa y tangible en un primer momento. Directamente has saltado a una comparación de sensaciones entre dos lugares diferentes. Hasta ahora todos los relatos me están sorprendiendo por la voluntad creativa. Va a ser un taller muy interesante si todos ofrecéis vuestros comentarios, porque todos los textos tienen estilos diferentes, pero maravillosos.

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  2. Me hubiese gustado que todos comentarais también los textos de los demás. Se trata de encontrar matices propios que sólo uno puede ver y sacarlos a la luz.

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  3. Umm con esos rojizos del otoño-invierno me voy a la zona norte, por rioja o navarra...

    Lugar tranquilo y apartado donde curar las cicatrices que las grandes ciudades marcan en la piel.

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  4. Muy fresquito y sano. Me refiereo al estilo.Dan ganas de ir a pasar un rato. Muy agradeble de leer.

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