viernes, 11 de febrero de 2011

(001) Porque me enamoré de un gato...

Acabo de cumplir cinco años de residencia, en uno de los seis distritos que conforman una ciudad. Se encuentra situado al margen de un río angosto y crece como apéndice del pueblo que se lleva los laureles por tener “vidilla”, al otro lado del puente.
El invierno suele ser bastante largo, frío y lluvioso. Por ello, tuve que descubrir la humedad de la noche condensándose en los cristales, aprender a adaptar mi esqueleto… aunque los huesos crujen, se resisten… Detrás de la carretera empieza la montaña, a veces, huele aún a carbón, y a anís, porque las paisanas, acá -en sus antiguas cocinas- continúan fritando casadielles.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado la claridad de tu prosa. Como en los demás casos has intentado dar una visión muy objetiva de la ciudad, para terminar en una descripción de sensaciones, tal vez menos subjetiva que en otros casos... ¿Es esa la fuente de la claridad?

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  2. Pra una descripción, si bien va acompañada de sensaciones, entiendo que la claridad nace del querer hacer partícipe al lector a modo de "advina, adivinador" y descubra o se aproxime al lugar que describo. Ahora, el título, tiene truco al estilo microrrelato jeje
    Gracias Vicent, esto promete.

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  3. Me hubiese gustado que todos comentarais también los textos de los demás. Se trata de encontrar matices propios que sólo uno puede ver y sacarlos a la luz.

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  4. Suerte con la humedad... besa los huesos hasta volverlos cristal, pero parece que el tiempo se ha detenido conservando las costumbres en formol para que el tiempo no se coma lo que no debe de ser comido.

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  5. A mí me gustaría que se destripen los textos. Realmente quiero aprender a pulir más y más.

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  6. Claro, transparente y ágil. Aunque no se si adivino la ciudad.

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